Algunas observaciones semióticas sobre el giro lingüístico en la historia intelectual

Un problema principal de la historia intelectual /conceptual, o de los historiadores que la practican, es el de redefinir las relaciones que sostiene con la historia social o con la historia política -es decir, con ramas de la historiografía que se ocuparían de hechos y estados de cosas-, para poner de relevancia la especificidad de su objeto y garantizar la autonomía del subcampo. Dada la imposibilidad de pensar en hechos o estados que no estén simbólicamente mediados y superada aparentemente la vieja historia de las ideas, y con ella toda noción universal y constante de los conceptos, el debate (que no excluye la lucha por el poder de nominación) parece estar centrado en el modo de historizar la significación, el uso y el funcionamiento de los conceptos, así como su transformación, reinvención u obsolescencia en términos de lenguaje o discurso. Sin embargo, no todos los autores parecen inclinados a llevar la indagación sobre el lenguaje y el discurso (y sus modos de funcionamiento) a sus últimas consecuencias, sobre todo, aquellos que sostienen más marcadamente la necesidad de hacer una historia de los discursos, como Pocock. La incidencia del giro lingüístico en el trabajo historiográfico es, por lo tanto, despareja y presenta las huellas de las condiciones nacionales de producción de los discursos académicos. Por ejemplo, utilizando los préstamos -no sólo de la lingüística, sino de la semiótica- de manera absolutamente mesurada, pertinente y a la medida de las necesidades de su objeto, la historia de los conceptos koselleckiana efectúa la indispensable transdisciplinariedad de las ciencias humanas y sociales y nos devuelve a los analistas del discurso abundante material para pensar la temporalidad. En tanto, en aquellos autores, fundamentalmente franceses, con tendencias más claras a alinear la historia intelectual con la filosofía, el giro lingüístico se diluye a menudo en la aporía del concepto y la vacuidad del significante, la reelaboración lacaniana de la arbitrariedad del signo que el pensamiento post estructuralista echó a rodar a los cuatro rumbos. Por último, la fuerte impronta del giro lingüístico en los autores anglófonos va generalmente acompañada de una configuración subjetivista del actor social -todavía fuente de sentido-, de la tesis de la intencionalidad, de la limitada pragmática de la teoría de los actos de habla y de una fijación epistemológica con la validación. En ese marco, propongo aquí algunas observaciones a los usos del metalenguaje lingüístico y discursivo en la historia intelectual. No es mi intención reproducir, en una versión desplazada y posdatada, la polémica entre historiadores y analistas del discurso en la Francia de los ’80, a la que alude Charaudeau en Le discours politique. Creo, como Marc Angenot, que la historia intelectual y la semiótica tienen mucho que decirse mutuamente, pero esto exige, en primer lugar, una mirada crítica sobre las bondades y limitaciones del giro lingüístico.
País: 
Argentina
Temas y ejes de trabajo: 
Semiótica e historia
Semióticas de los discursos científicos
Institución: 
Universidad Nacional de Córdoba
Mail: 
nfatala_ar@yahoo.com.ar

Estado del abstract

Estado del abstract: 
Accepted
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