Evita: la voz y la presencia

El 28 de setiembre de 1951, el general Benjamín Menéndez, encabeza un fallido intento de derrocamiento del gobierno del presidente Juan Domingo Perón. La Confederación General del Trabajo convoca a una concentración y dispone un paro general de actividades. La movilización popular adquiere dimensiones extraordinarias, la concurrencia desborda la Plaza de Mayo. Esta vez Perón es el único orador. Eva está gravemente enferma y se entera de los sucesos por Perón después de que todo ha terminado. La percepción de Evita de los acontecimientos ocurridos ese día está mediada por lo que Perón le cuenta. Eva “ve” a través de la palabra de Perón. Hay urgencia por explicar por qué no estuvo en la plaza junto al pueblo y, así, superar esa ausencia. Así es que graba un breve mensaje que luego se difunde por radio a todo el país. Analizamos aquí este discurso que adquiere, por momentos, los rasgos de una confesión pública y, por otros, de la exaltación épica de hechos heroicos. Se constituye, además, como enunciado performativo, como agradecimiento y homenaje, como comunión y relación de amor. La voz es la de una mujer atribulada por el dolor (físico y espiritual), que no oculta su quebrantabilidad y su angustia. El cáncer y el recrudecimiento de los ataques de la oposición son simultáneos. Su vida personal y la vida nacional se funden en una sola. Evita aparece representada como mártir. La emoción emergente se da como resultado de la combinación de dos modalidades: querer estar y no poder estar. No puede estar de “cuerpo presente” en la plaza junto al pueblo, como en tantas otras oportunidades del pasado. Hace llegar a los argentinos una grabación radiodifundida de su voz, como extensión de su propio cuerpo débil e inmovilizado, en un intento desesperado por estar presente de alguna manera. Así se articulan la voz y la presencia. Mientras tanto, se produce la ausentificación de la presencia que da lugar a la espera. En este caso, se espera recobrar la salud perdida para volver a estar presente. Prevalecen el “hacer pensar” (o “persuadir”) a partir del cual se busca reafirmar la adhesión de los peronistas respecto de su líder, vinculado al “hacer hacer” (o “incitar”) con el que se intenta provocar la defensa activa de Perón y su gobierno. Junto a estos objetivos fundamentales, aparece el “hacer sentir” (o “emocionar”). El sujeto se revela, entonces, no sólo como alguien que “dice verdadero” o “cree verdadero”, desplegando sus actividades cognitivas, sino, y al mismo tiempo, como un ser de pasión que convoca a la audiencia a compartir ese estado emocional (compadecer, padecer con).
País: 
Argentina
Temas y ejes de trabajo: 
Semióticas indiciales (materialidades, cuerpos, objetos)
Semiótica de la espacialidad (geografías, territorios, fronteras)
Institución: 
UNLaM, UNA, UNLa
Mail: 
msofiavassallo@gmail.com

Estado del abstract

Estado del abstract: 
Accepted
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