Sin dejar de lado la complejidad de un horizonte por configurar, es evidente que el siglo XXI está marcando un replanteamiento descarnado sobre el rol de las mujeres en la sociedad. En este sentido, el cuestionamiento del lugar de la mujer en el arte es el motor de nuestra búsqueda: ¿existen funciones especiales para hombres y mujeres en el ámbito artístico? ¿Por qué? ¿esta diferenciación merma o estimula la equidad de género? ¿Cómo estimular dentro y desde el arte nuevas reflexiones de lo femenino? El feminismo no es una corriente ideológica y política con objetivos y fundamentos de una sola naturaleza; se trata de luchas, búsquedas y replanteamientos multívocos y plurales que ponen en relieve la necesidad de resignificar el papel y el valor de lo femenino en todas las esferas, incluida el arte. Pero, además, nos pone ante la posibilidad histórica de dibujar nuevas formas de vivir lo femenino y lo masculino, la posibilidad de trabajar en el diálogo y equilibrio entre ambos géneros, -cada cual con sus propias características y particularidades, pero equilibrio al fin-, uno que podría resumirse en HUMANIDAD. Para cerrar la “brecha” y concibiendo a la creación y al performance musical como un espacio de sensibilización y posibilitador de experiencias creativas, desde 2017 el dúo saxofón-piano Las Montoneras(1) lleva a cabo un experimento social cuyo proceso, además de promover un resultado artístico, deriva en una complicidad más allá de lo femenino y masculino. Se trata de un trabajo colectivo que toma como eje fundamental de creación de significados los vínculos humanos. En este proyecto en particular, los significados de lo femenino cobran forma de experiencias de vida sonoras: Cinco compositores latinoamericanos(2) realizaron obras musicales que reflejan sus mundos simbólicos tomando como eje creativo las vivencias compartidas con mujeres que han marcado sus vidas. Paralelamente, el trabajo performativo de las intérpretes implica la decodificación, resignificación, corporización y apropiación de las obras; basándose en sus propios mundos simbólicos, vínculos y experiencias. La saxofonista Alma Rodríguez y la pianista Nictejá de la Torre proponen una ponencia- concierto donde se presentan las experiencias testimoniales y obras de los cinco compositores Latinoamericanos, acompañadas de reflexiones teóricas sobre el proceso interpretativo y la creación de sentidos simbólicos en la performance. *Notas a pie de página 1. El nombre de Las Montoneras no surgió pensando en la guerrilla argentina, sin embargo es bien adoptada su idea fundamental: Las Montoneras también buscan hacer revueltas, sólo que de ideas, desde las prácticas artísticas y académicas. El nombre en realidad proviene del mexicanismo coloquial “montoneros”, que se aplica a la persona que provoca una lucha cuando está rodeada de sus partidarios; es unir, reunir, congregar, agrupar, coordinar, armonizar, combinar, unificar y enlazar. En pocas palabras, Las Montoneras hacen música nueva y trabajo académico conjunto o “haciendo montón”. 2. Quienes, a su vez, tienen un vínculo personal y académico con las intérpretes