En las últimas décadas, un conjunto de obras de arte sostiene, a partir de modos contemporáneos de materialización, la continuidad de las prácticas representativas en otros tiempos limitadas a las posibilidades de la mímesis. Estas modalidades de la referencia reintroducen formatos genéricos de larga tradición como la autobiografía o el autorretrato. Alejadas del fondo narrativo común que durante mucho tiempo reguló la representación artística en torno a la operación mimética, muchas de estas obras, visibles como instalaciones, actualizan sistemas semióticos ad-hoc que definen un funcionamiento representativo. La cama que Tracy Emin usó en algún momento en la intimidad de su casa y que luego presentó en una exposición bajo el título My Bed, implica un movimiento de relocalización que determina nuevos funcionamientos semióticos del artefacto ahora presentado a la consideración pública. La cama está, ahora y aquí, en representación. Este nuevo funcionamiento en clave autobiográfica depende de las específicas instrucciones de lectura que la institución susurre al oído del espectador. En la exposición, una poderosa maquinaria paratextual sostiene este funcionamiento representativo de la cama -algo así como un autorretrato con objetos- apelando a las posibilidades de la indicialidad. Sólo en medio de esta maraña textual tan específica My Bed no es una cama sino que, siéndolo, se convierte en un fragmento de un pasado biográfico.