El concepto de autonomía del arte, de surgimiento moderno y de interés central tanto para la explicación respecto de la existencia del arte en la vida social (Adorno 1970) como para la teorización respecto de la vanguardia (Bürger 1974) por ejemplo, había comenzado a secundarizarse, pero en los últimos años han aparecido trabajos que lo recuperan en su complejidad (Michaud 2005, Hulatt y otros 2009, Burello 2012) y que reconocen que sigue siendo útil para explicar el lugar del arte en la vida social a partir de la Modernidad. Éric Michaud plantea que la autonomía del arte es un concepto multidimensional (2005), y Marcelo Burello afirma que ha sido un objeto complejo, entre otras cosas porque es utilizado tanto para diferenciar la esfera del arte de los dominios de la ciencia y la moralidad como para dar cuenta de la experiencia estética, y que se asocia tanto a la producción del arte y la figura del artista como a la obra y la recepción -en el propio Bürger con la tematización del artista como genio, la obra como totalidad orgánica y el vínculo con la obra de inmersión contemplativa- (2012). En la línea de los autores presentados, en este trabajo (que se enmarca en la investigación Disciplina, indisciplina e interdisciplina en las artes contemporáneas y en sus abordajes teóricos y analíticos, UNA, Argentina, 2018-2019) se realizará un seguimiento de los modos en que la autonomía del arte ha sido problematizada por la Estética y por la Teoría del arte, pero también por la Teoría de la Cultura, la Antropología y la Sociología -aunque en estos últimos no necesariamente bajo ese nombre-, con un doble objeto. En primer lugar, con el objeto de sostener la necesidad de una perspectiva interdisciplinar que se demuestra en la propia historia de su tratamiento; y en segundo lugar, de analizar el aporte que la Semiótica puede realizar a este problema, en general ajeno a su competencia. Para avanzar sobre el segundo objeto del trabajo se volverá sobre conceptos como la vocación empírica y descriptiva de la Semiótica que no implica un abandono de su base epistemológica y teórica (Fabbri 2013) y la necesidad de diferenciar tres distancias analíticas en las ciencias sociales: micro, medium y macro (Fernández 2012).