La categoría bioarte reúne obras que ponen en juego técnicas, métodos y protocolos de la biología y de la biotecnología. Estas obras se presentan, en general, de manera viva; pueden ser cultivos celulares, bacterias, hongos, plantas o animales, que son afectadas por diversos cambios. Al cabo de más de una década de bioarte en Argentina, abordaré aquí el caso de un proyecto en curso que se materializará en una exposición retrospectiva del bioarte local. Una exposición de esta naturaleza no podrá dejar afuera la reflexión acerca de las modalidades de articulación entre las discursividades artística y científica. Si bien el nombre “bioarte” es relativamente reciente, ya se ha estabilizado como un horizonte de expectativas sobre el cual se definen ciertas formas de producir y de consumir un conjunto de obras que, en diferentes modalidades, comprenden la materia viva como centro temático de su funcionamiento. El propio nombre de la categoría anuncia una relación que, más allá de su creciente presencia institucional en exposiciones y producción textual, no deja de presentarse en ocasiones como conflictiva: muchas obras bioartísticas tienen la apariencia material propia de algún tipo experimento científico. ¿Qué hace que estos artefactos, procedimientos y resultados -tan parecidos a los de un laboratorio científico- circulen socialmente como obras de arte? Cultivos de microorganismos o de orquídeas in vitro, incubadoras artificiales de pollitos, cortes del tejido de un repollo, imágenes microscópicas y otras apariencias por el estilo puede dejar perplejo al visitante de nuestra exposición. El trabajo curatorial debe hacerse cargo de esta relocalización de técnicas y protocolos propios de la tradición científica; procedimientos y artefactos de la ciencia son arrastrados a un funcionamiento semiótico no previsto en su origen. Finalmente, lo que va a definir en el caso de nuestra exposición, esta trayectoria de lo científico a artístico no es, evidentemente, un cambio en la apariencia material de las obras -muchas, como dijimos, nos recuerdan a lo que conocemos del mundo de las ciencias-, sino el complejo sistema de textualidades e inclusiones institucionales que definirán una propuesta de lectura en términos artísticos.