Una perspectiva gradualista para el abordaje semiótico de las imágenes visuales

Entre otros rasgos, el mundo visual es esencialmente continuo, sin oposiciones o saltos abruptos. Los elementos o signos básicos que lo construyen para nuestra cognición varían gradualmente. Los colores admiten cambios graduales de tonalidad, claridad y saturación, y esas variaciones pueden ser casi imperceptibles. Esto también se aplica a las formas espaciales, texturas visuales y cesías (transiciones entre transparencia, traslucencia, opacidad mate y brillo), para las cuales se han desarrollado modelos similares a los sistemas de ordenamiento del color. Asimismo, casi nada hay tan continuo como la percepción visual del movimiento. El cine ha podido simularlo a partir de una sucesión de fotogramas estáticos que captan cambios de forma, posición, iluminación, etc. a intervalos pequeños, siendo el resultado una fluida continuidad. En la historia de la semiótica visual, las propuestas teóricas generalmente han desarrollado teorías proyectando categorías formuladas en el lenguaje verbal. Estos desarrollos verbalizan el análisis y la descripción de lo visual, y lo reducen y simplifican en términos de oposiciones o categorías estancas: claro-oscuro, recto-curvo, grande-pequeño, etc. Se trata de una lógica de tipo binario, que comparte los criterios opositivos de la afirmación-negación, verdad-falsedad, propias de lo verbal. Pero el mundo no es así, y menos aún el mundo visual. No es que no sirva verbalizar lo que vemos, ciertamente es muy útil a efectos de la comunicación o una cierta comprensión –simplificada– de lo que nos rodea. De todas formas, el cerebro humano no necesita verbalizar las situaciones visuales para comprenderlas y tomar decisiones. Cuando cruzamos una calle, calculamos inconscientemente en milisegundos infinidad de datos cambiantes: distancias, velocidades, tamaños, formas y colores, actitudes y miradas de conductores de vehículos próximos, así como nuestras propias capacidades motoras. Y somos capaces de llegar a la acera opuesta con seguridad. Si todo ello tuviese que verbalizarse para ser procesado por el cerebro, sería imposible realizar cualquier acción de ese tipo. Por supuesto que nunca se podrá prescindir del uso de signos, tanto para modelar o producir alguna representación del mundo como con fines comunicativos. Pero sistemas de signos que permitan dar cuenta de evoluciones graduales, cambios, diferencias acumulativas y variaciones ofrecerían un conocimiento mucho más rico del mundo visual. Los signos verbales son limitados en ese sentido. El lenguaje matemático permite cuantificar gradaciones y especificar variables, aunque solamente sirve para aspectos cuantificables, o donde ello resulte relevante. Cada lenguaje tiene sus limitaciones. Una combinación de diferentes lenguajes puede resultar una instancia superadora para abordar un análisis más exhaustivo de las imágenes visuales. A partir de estos señalamientos, este trabajo argumentará que una perspectiva semiótica basada en una concepción gradualista (sobre la cual hay antecedentes en biología, geología y otras ciencias naturales, así como en ciencias humanas, historia, economía, etc.) permite manejar complejidades adecuadas para el estudio de lo visual. Además, sostendremos que los desarrollos a partir de la semiótica de base peirceana, entre ellos la biosemiótica y la semiótica cognitiva, se adecuan mejor al estudio de lo visual que las estructuras dualistas ancladas en la lingüística.
País: 
Argentina
Temas y ejes de trabajo: 
Los pasajes y articulaciones entre semióticas verbales y no verbales
Semióticas de los lenguajes visuales, sonoros y audiovisuales
Institución: 
Universidad de Buenos Aires-Conicet
Mail: 
caivano@fadu.uba.ar

Estado del abstract

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Accepted
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